El viaje del agua de mar hasta su mesa – El Mercantil

2022-10-22 19:46:25 By : Mr. Damon zhou

Una pequeña barca de pescadores faena a 70 metros de la costa. No pesca peces, sino solo agua de mar que envasa en un bidón de plástico especial para alimentación. En total, es capaz de recoger hasta 10.000 litros gracias a la ayuda del bombeo y de una manguera que conecta el bidón de la barca con un camión cisterna que espera en la orilla. Esta bucólica escena es el inicio del proceso logístico de recoger agua de mar para purificarla y prepararla para su consumo humano. El procedimiento es común a la larga lista de empresas españolas que se dedican a esta actividad y tiene poco que ver con la logística de la naturaleza.

“Como buenos gallegos, es fácil conocer a un pescador que te deje su barquito una mañana”, explica el consejero delegado y cofundador de Refix, Raúl Anta. Su empresa, radicada en la Costa da Morte, comenzó siendo un proyecto para un máster y ahora fabrica bebidas isotónicas a partir de agua salada del Atlántico. En su caso, cargan un camión cisterna de 10.000 litros que luego subdividen en bidones de 1.000 litros y que almacenan. Con esa cantidad, “podemos hacer producciones de 20.000 unidades de 25 centilitros, así que los 1.000 litros nos suelen durar para todo el año”, explica Raúl Anta.

En la localidad de Vimianzo (A Coruña), Agua de Mar Brétema obtuvo permiso para recoger agua hasta unos 70 metros mar adentro. A esa distancia, los bidones recogen cuatro o cinco mililitros por bombeo cada dos o tres días, y 25 mililitros una vez cada 15 días cuando tienen pedidos internacionales. “No queremos interferir demasiado en el ecosistema”, asegura el comercial de la empresa, Bruno Carballo, dado que los sistemas productivos primarios pueden llegar a colapsar si se sobreexplotan.

La escena de la barca de pesca tiene un motivo. “Los pescadores son los mejores expertos que hay sobre el mar. Saben cuándo hay las mejores corrientes y las mejores condiciones”, explica la directora de Aquamarina, Úrsula Ribera. Esta empresa, radicada en Girona y que capta agua de mar de la Costa Brava, también emplea dos bidones de 10.000 litros que suben a la embarcación del pescador de turno, que se encarga de llenarlos. “Aunque actualmente estamos en proceso de adquirir una barca propia y varios bidones más”, afirma. Una vez regresado a puerto, el contenido de los bidones se vacía en el camión cisterna.

Refix, Brétema y Aquamarina localizan sus plantas a pocos kilómetros de la costa para que el proceso de traslado dañe lo menos posible las propiedades del agua marina. Una vez en las instalaciones comienza el proceso de filtración. “Realizamos una filtración a 0,22 micras en frío por cartuchos y progresivamente vamos bajando las micras hasta hacer una microfiltración”, explica Bruno Carballo (Brétema). En el caso de Refix, aprovecha también el propio camión de transporte para instalar un primer filtro de 0,22 micras en su interior y aplicar un primer filtrado en el punto de recogida para eliminar bacterias, trozos de piedra, madera o arena.

Después, el agua pasa un segundo filtro de carbono en el que el líquido va decantando y filtrándose y que sirve para eliminar los residuos orgánicos e inorgánicos que puedan quedar. El último filtro es una resina de intercambio bórico. “La ley obliga a que el boro por litro de agua no supere el miligramo”, explica Úrsula Ribera (Aquamarina). “Lo que hace esa resina es anular los cuatro miligramos de boro por litro y garantizar que la cantidad de ese mineral quede reducida al máximo legal”. Según explican Raúl Anta (Refix) y Bruno Carballo (Brétema), son laboratorios independientes los que certifican que el agua de mar cumple con la normativa europea en términos de seguridad alimentaria y quienes, finalmente, otorgan el permiso y el número de lote para la comercialización del agua de mar para consumo humano.

El proceso de envasado resulta más variopinto, dependiendo del mercado al que cada empresa dirige su producto. Brétema exporta por venta online a nivel europeo, especialmente a Alemania, Francia y Suiza, “un gran consumidor de agua de mar”, según Carballo. Emplean un sistema de ‘bag in box’ en cartón con bolsa interior para cuando el pedido es para consumo particular y a granel por bidones cuando el consumo es industrial o empresarial. Empresas como Tipsa, XPO Logistics y DHL se hacen cargo del transporte, íntegramente por carretera.

Aquamarina localiza su distribución en España y en el mercado mayorista de hostelería y herboristería. En su caso, no envasan de una única vez, sino que su almacén guarda una reserva en bidones para abastecer la tienda online y el resto se envasa a medida que llegan más pedidos. Por su parte, Refix finaliza sus procesos añadiendo zumos cítricos a su agua isotónica. “Si tenemos pedidos grandes, ya cargamos los contenedores en la propia fábrica, que luego salen en barcos hacia otras partes del mundo, como Estados Unidos”, explica Raúl Anta. Para la producción a menor escala y la venta online, envían la producción al almacén de A Coruña, desde donde se atienden pedidos a nivel nacional, pero también hacia Portugal, Suiza, Holanda, Reino Unido y Eslovenia.

DE LA LOGÍSTICA DEL AGUA DE MAR A LA DE NIEBLA Existe un fenómeno meteorológico que también implica al agua del mar llamado precipitación horizontal, popularmente conocido como niebla. Sus gotas también pueden ser capturadas para diferentes usos, desde suministro de agua para ganadería hasta la repoblación y el riego forestal, pasando por los cultivos agrícolas o el propio consumo humano. A ello se dedica la empresa canaria Breeze, que recolecta las gotas de agua de la niebla de Canarias para beberlas. Por definición, estas gotas no tienen peso para precipitar y necesitan de un obstáculo para llegar a materializarse. “Nosotros lo que hacemos es ponerle un obstáculo artificial a la niebla”, explica el consejero delegado de Breeze, Ricardo Gil.

Para ello, emplean recogedores de aguas atmosféricas (RAA), una estructura construida con mallas especiales que retienen las gotitas y que están pensadas para recoger grandes volúmenes. Esta estructura está diseñada para aguantar vientos intensos y que pueden facilitar la producción de entre 11.000 y 20.000 litros de agua anuales. Dependiendo de la calidad de captación de la zona donde estén instalados los RAA, se pueden llegar a captar hasta 30 metros cúbicos de agua al año, según Ricardo Gil. “Una vez que obtenemos el agua, se transporta en camiones de cubas de acero inoxidable hasta el depósito en la planta de envasado”, cuenta el consejero delegado de Breeze. La base de todas las operaciones de esta compañía se encuentra en las cumbres de la isla de Gran Canaria.

Tras la recogida, y aunque el agua de niebla está catalogada como potable, “actualmente la tratamos para poderla transportar desde el punto de captación a la fábrica, y allí, antes de envasar, pasa por carbono activo y luz ultravioleta”, describe Ricardo Gil. Actualmente, la exportación llega a negocios gastronómicos de Canarias y a toda la Península Ibérica y Baleares, así como a grandes almacenes de Francia e Italia, y en menor medida a Qatar, lo que, según el consejero delegado de Breeze, “es el talón de Aquiles de los negocios”. Siempre sucede que la logística humana es más complicada que la que permite obtener agua proveniente del spray marino que los vientos alisios llevan a Canarias.