/ viernes 30 de septiembre de 2022
Cuando no hay sueño alguno que interrumpa el tiempo que duermo, despierto a la oscurana mañanera en el país de las sombras espectrales, asomándome desde la terraza en La Casalta a las azoteas, los tinacos, los tendederos, escuchando los ladridos de los perros a finales de la canícula de agosto, tormentando sobre el puerto y anegando las calles que van a dar en los canales, desembocando en el mar con las aguas negras de la ciudad, sin más a-normalidad que la normalidad del coronavirus y el narcoterrorismo, regresando, a clases, Andrea Heloisa.
Al “amanecer horroroso del día siguiente” de Antonio Lobo Antunes que cumplió 80 años el 1 de septiembre, está el amanecer con la mañanera inevitablemente presente del hombre en el Palacio, que no es como Antonio con el cigarro y el humo, porque fumamos para dispersar nuestra contaminación íntima con la toxicidad pública de quienes nos rodean, aunque “el último cigarrillo” de Ítalo Svevo, en La Conciencia de Zeno, es la continuidad de los inevitables últimos cigarrillos en la vida de Zeno que no es siempre el final de fumar sino el principio de seguir fumando en Lobo con “el llano en llamas” y los Delicados sin filtro de Juan Rulfo con los que Nino fuma desde la memoria de las cenizas en la literatura y en la poesía, en lo que uno se arrellanó en los finales relámpagos de agosto en la costa y el reinicio de los derrumbes en la sierra con cascadas de aguas revueltas con piedras en un embalse natural corriente abajo por el río Baluarte, líquido y sólido, desembocando y llegando al mar Pacífico, desde donde las tormentas marinas elevan las olas como los muros de agua que José Revueltas se imaginó vivamente desde adentro y hacia afuera de las Islas Marías en el Maelstrom con los remolinos y las trombas de agua salada que en tiempo de ciclones es el viento, el agua del mar y el agua del cielo que se mezclan desde el mar adentro para salir y entrar tierra adentro frente y tras las costas golpeando, arrasando e inundando las lanchas y los campos pesqueros de los pueblos costeros.
Cuando no hay sueño alguno, el dormir con el cuerpo suelto es dejar que los huesos cardios, el corazón y la memoria reposen en un espacio y en un tiempo en que se dilatan y en que se tardan las horas con las cosas en restablecerse, en lo que para el poeta Ledo Ivo: “Vuelvan a los sueños insípidos y a las ventanas abiertas sobre la canícula”, los que tengan que volver, el dormir no es más que darse la vuelta sobre la siesta y alargarla hasta que el colchón se caiga de la cama y uno se quede suspendido con los aires de adentro y con los pedos de afuera, cuando no hay sueño alguno cuando se duerme sobre el catre de los huesos cardios, el corazón como la almohada y la memoria como una sábana azul cielo, aunque persistan las tormentas de mierda, hay que mandarlas a La Chingada con quien las tormenta y que además quiere que uno esté contando los borregos que se carga en las mañaneras con el sonambulismo de los presentes, a los que tanto respeta y quiere con la boca llena de estropajo y espumando pompas de grandeza y esplendor el Estado-Obrador, cuando no hay sueño alguno y lo que hay es algo de alguien en la ruralidad y en la urbanidad en el país de las sombras espectrales que se parece tanto al estar despierto y que de tanto darle la vuelta al país en un camastro de cuatro ruedas con el blindaje agujerado por debajo de los guardafangos con lodo y mierda, el EZLN sigue enmontado en el monte y montado a caballo de que:
“Podrán cambiar el capataz, los mayordomos y caporales, pero el finquero sigue siendo el mismo”, y que también es el diferente recostado en la hamaca echándose aire con el resoplido de sus cachetes, y cuando no hay sueño alguno para el resto de los dos años que vienen anticipadamente hasta para el presupuesto anual, se tendrá que alargar con el Ejército y la Guardia Nacional hasta el 2028.
Cuando no hay sueño alguno que interrumpa el tiempo que duermo, despierto asomándome a la mañanera para ver y escuchar al Presidente en el país de las sombras espectrales, hablando y gesticulando sin parar y parado ante el atril presidencial, y tras de él, de lado derecho, una pantalla puesta en la pared de fondo en el salón de la tesorería nacional, siendo y haciendo la primera y la última imagen que vale más que mil palabras que la acompañan de más, excesiva y recurrentemente, al discurso del Estado-Obrador con el desvarío en el derecho de réplica presidencial que es la misma y es la diferente de siempre en los actos y en los hechos que han dejado de serse y de hacerse contrarios, contrariados y contradictorios a los pensamientos y a las palabras porque la vida política, económica, social, cultural, histórica y humanamente está siendo transformada por la vía férrea, civil y militar con la seguridad del Estado de Derecho y de los Derechos humanos de la seguridad nacional ante la corrupción y la impunidad, la violencia y la criminalidad en el país de las sombras espectrales, puesto que para tener la seguridad hay que estar no en el momento ni en el lugar equivocados porque lo de antes es lo de ahora, lo mismo y lo diferente en el No Somos Iguales, y lo que debe serse y hacerse es lo distinto por el distingo de lo extinto, salvo por el instinto de conservación, aunque el Estado-Obrador diga que eres un conservador, el mes patrio con la fiesta en la historia patria es la liberación hasta con los movimientos telúricos, porque los muertos tiemblan por no estar más que removiéndose en la paz sepulcral como almas, en pena, por andar en donde andan en los pueblos en vilo y en velo, fantasmas y mágicos, originarios y comunitarios, removiéndolos y desplazándolos el tren maya.
Como la vida no es sueño desde Fox-Calderón, Peña y Obrador, lo real social es la realidad virtual real-politik que sigue más en la transtornación que en la transformación cuando se deja de morir para vivir en las estadistestificaciones de los más vivos y de los menos muertos, estando de acuerdo los locos y los cuerdos en una sola neurona con las revolución de las conciencias: los que sufren son los que no viven, porque los vivos son felices porque sobreviven, y en las estadistestificaciones pocos son los muertos: uno murió porque lo mató una barda terremótica y a diez lo mataron por una carambola que no fue una masacre sino un juego (de y en) un billar.
Si de la primera y la última imagen se trata(rá), cuando no hay sueño alguno que interrumpa el tiempo que duermo, lo que toca a los huesos cardios es la flauta que late en el corazón de la memoria, a la que el Estado-Obrador -la estrategia de abrazos, no balazos- es una alusión a la ilusión mortal que, en el país de las sombras espectrales, somos inmortales, porque en la arqueología del poder como puede ser la arqueología del saber de Michel Foucault, el sujeto se ha transformado a el objeto del poder máximo ante el saber mínimo (de y en) el Estado-Obrador:
“Bajo todas las formas, la coherencia así descubierta desempeña siempre el mismo papel: mostrar que las contradicciones inmediatamente visibles no son nada más que un reflejo de superficie, y que hay que reducir a un foco único ese juego de centelleos dispersos. La contradicción es la ilusión de una unidad que se esconde o que está escondida: no tiene su lugar sino en el desfase entre la conciencia y el inconsciente, el pensamiento y el texto, la idealidad y el cuerpo contingente de la expresión. De todos modos, el análisis debe suprimir, en la medida de lo posible, la contradicción”, es lo que MF expone, cuando no hay sueño alguno que interrumpa el tiempo que duermo, porque el tiempo y el espacio en que el sismológico corporal de mi existencia tiembla a los reflejos eléctricos y telúricos (de y en) los muertos. solamente, despierto a los buenos días de mi hija Andrea Heloisa.
Cuando no hay sueño alguno que interrumpa el tiempo que duermo, despierto a la oscurana mañanera en el país de las sombras espectrales, asomándome desde la terraza en La Casalta a las azoteas, los tinacos, los tendederos, escuchando los ladridos de los perros a finales de la canícula de agosto, tormentando sobre el puerto y anegando las calles que van a dar en los canales, desembocando en el mar con las aguas negras de la ciudad, sin más a-normalidad que la normalidad del coronavirus y el narcoterrorismo, regresando, a clases, Andrea Heloisa.
Al “amanecer horroroso del día siguiente” de Antonio Lobo Antunes que cumplió 80 años el 1 de septiembre, está el amanecer con la mañanera inevitablemente presente del hombre en el Palacio, que no es como Antonio con el cigarro y el humo, porque fumamos para dispersar nuestra contaminación íntima con la toxicidad pública de quienes nos rodean, aunque “el último cigarrillo” de Ítalo Svevo, en La Conciencia de Zeno, es la continuidad de los inevitables últimos cigarrillos en la vida de Zeno que no es siempre el final de fumar sino el principio de seguir fumando en Lobo con “el llano en llamas” y los Delicados sin filtro de Juan Rulfo con los que Nino fuma desde la memoria de las cenizas en la literatura y en la poesía, en lo que uno se arrellanó en los finales relámpagos de agosto en la costa y el reinicio de los derrumbes en la sierra con cascadas de aguas revueltas con piedras en un embalse natural corriente abajo por el río Baluarte, líquido y sólido, desembocando y llegando al mar Pacífico, desde donde las tormentas marinas elevan las olas como los muros de agua que José Revueltas se imaginó vivamente desde adentro y hacia afuera de las Islas Marías en el Maelstrom con los remolinos y las trombas de agua salada que en tiempo de ciclones es el viento, el agua del mar y el agua del cielo que se mezclan desde el mar adentro para salir y entrar tierra adentro frente y tras las costas golpeando, arrasando e inundando las lanchas y los campos pesqueros de los pueblos costeros.
Cuando no hay sueño alguno, el dormir con el cuerpo suelto es dejar que los huesos cardios, el corazón y la memoria reposen en un espacio y en un tiempo en que se dilatan y en que se tardan las horas con las cosas en restablecerse, en lo que para el poeta Ledo Ivo: “Vuelvan a los sueños insípidos y a las ventanas abiertas sobre la canícula”, los que tengan que volver, el dormir no es más que darse la vuelta sobre la siesta y alargarla hasta que el colchón se caiga de la cama y uno se quede suspendido con los aires de adentro y con los pedos de afuera, cuando no hay sueño alguno cuando se duerme sobre el catre de los huesos cardios, el corazón como la almohada y la memoria como una sábana azul cielo, aunque persistan las tormentas de mierda, hay que mandarlas a La Chingada con quien las tormenta y que además quiere que uno esté contando los borregos que se carga en las mañaneras con el sonambulismo de los presentes, a los que tanto respeta y quiere con la boca llena de estropajo y espumando pompas de grandeza y esplendor el Estado-Obrador, cuando no hay sueño alguno y lo que hay es algo de alguien en la ruralidad y en la urbanidad en el país de las sombras espectrales que se parece tanto al estar despierto y que de tanto darle la vuelta al país en un camastro de cuatro ruedas con el blindaje agujerado por debajo de los guardafangos con lodo y mierda, el EZLN sigue enmontado en el monte y montado a caballo de que:
“Podrán cambiar el capataz, los mayordomos y caporales, pero el finquero sigue siendo el mismo”, y que también es el diferente recostado en la hamaca echándose aire con el resoplido de sus cachetes, y cuando no hay sueño alguno para el resto de los dos años que vienen anticipadamente hasta para el presupuesto anual, se tendrá que alargar con el Ejército y la Guardia Nacional hasta el 2028.
Cuando no hay sueño alguno que interrumpa el tiempo que duermo, despierto asomándome a la mañanera para ver y escuchar al Presidente en el país de las sombras espectrales, hablando y gesticulando sin parar y parado ante el atril presidencial, y tras de él, de lado derecho, una pantalla puesta en la pared de fondo en el salón de la tesorería nacional, siendo y haciendo la primera y la última imagen que vale más que mil palabras que la acompañan de más, excesiva y recurrentemente, al discurso del Estado-Obrador con el desvarío en el derecho de réplica presidencial que es la misma y es la diferente de siempre en los actos y en los hechos que han dejado de serse y de hacerse contrarios, contrariados y contradictorios a los pensamientos y a las palabras porque la vida política, económica, social, cultural, histórica y humanamente está siendo transformada por la vía férrea, civil y militar con la seguridad del Estado de Derecho y de los Derechos humanos de la seguridad nacional ante la corrupción y la impunidad, la violencia y la criminalidad en el país de las sombras espectrales, puesto que para tener la seguridad hay que estar no en el momento ni en el lugar equivocados porque lo de antes es lo de ahora, lo mismo y lo diferente en el No Somos Iguales, y lo que debe serse y hacerse es lo distinto por el distingo de lo extinto, salvo por el instinto de conservación, aunque el Estado-Obrador diga que eres un conservador, el mes patrio con la fiesta en la historia patria es la liberación hasta con los movimientos telúricos, porque los muertos tiemblan por no estar más que removiéndose en la paz sepulcral como almas, en pena, por andar en donde andan en los pueblos en vilo y en velo, fantasmas y mágicos, originarios y comunitarios, removiéndolos y desplazándolos el tren maya.
Como la vida no es sueño desde Fox-Calderón, Peña y Obrador, lo real social es la realidad virtual real-politik que sigue más en la transtornación que en la transformación cuando se deja de morir para vivir en las estadistestificaciones de los más vivos y de los menos muertos, estando de acuerdo los locos y los cuerdos en una sola neurona con las revolución de las conciencias: los que sufren son los que no viven, porque los vivos son felices porque sobreviven, y en las estadistestificaciones pocos son los muertos: uno murió porque lo mató una barda terremótica y a diez lo mataron por una carambola que no fue una masacre sino un juego (de y en) un billar.
Si de la primera y la última imagen se trata(rá), cuando no hay sueño alguno que interrumpa el tiempo que duermo, lo que toca a los huesos cardios es la flauta que late en el corazón de la memoria, a la que el Estado-Obrador -la estrategia de abrazos, no balazos- es una alusión a la ilusión mortal que, en el país de las sombras espectrales, somos inmortales, porque en la arqueología del poder como puede ser la arqueología del saber de Michel Foucault, el sujeto se ha transformado a el objeto del poder máximo ante el saber mínimo (de y en) el Estado-Obrador:
“Bajo todas las formas, la coherencia así descubierta desempeña siempre el mismo papel: mostrar que las contradicciones inmediatamente visibles no son nada más que un reflejo de superficie, y que hay que reducir a un foco único ese juego de centelleos dispersos. La contradicción es la ilusión de una unidad que se esconde o que está escondida: no tiene su lugar sino en el desfase entre la conciencia y el inconsciente, el pensamiento y el texto, la idealidad y el cuerpo contingente de la expresión. De todos modos, el análisis debe suprimir, en la medida de lo posible, la contradicción”, es lo que MF expone, cuando no hay sueño alguno que interrumpa el tiempo que duermo, porque el tiempo y el espacio en que el sismológico corporal de mi existencia tiembla a los reflejos eléctricos y telúricos (de y en) los muertos. solamente, despierto a los buenos días de mi hija Andrea Heloisa.
A la sombra Mazatlán
A la sombra Mazatlán